viernes, 13 de noviembre de 2020

ORACIÓN DEL PAYASO

 

Señor:

Soy un trasto, pero te quiero;

te quiero terriblemente, locamente,

que es la única manera que tengo yo de amar,

porque ¡sólo soy un payaso!

Ya hace años que salí de tus manos

lleno de talentos y dones,

equipado con todo lo necesario

para vivir y ser feliz

–tu amor, tu caja de caudales,

tus proyectos,

tus sorpresas y regalos de Padre–.

Pronto, quizá, llegue el día

en que vuelva a ti...

 

Aquí estoy, Señor.

Mi alforja está vacía,

mis pies sucios y heridos,

mis entrañas yermas,

mis ojos tristes,

mis flores mustias y descoloridas.

Sólo mi corazón está intacto... 

Me espanta mi pobreza

pero me consuela tu ternura.

Estoy ante ti como un cantarillo roto;

pero, con mi mismo barro,

puedes hacer otro a tu gusto...

 

Aquí estoy, Señor. 

Señor:

¿Qué te diré cuando me pidas cuentas?

Te diré que mi vida, humanamente, ha sido un fallo;

que he perdido todo lo tuyo y lo mío,

y me he quedado sin blanca;

que no he tenido grandes proyectos,

que he vivido a ras de tierra,

que he volado muy bajo,

que estoy por dentro como mi traje,

cosido a trozos, arlequinado.

Señor:

Acepta la ofrenda de este atardecer...

Mi vida, como una flauta, está llena de agujeros...,

pero tómala en tus manos divinas.

Que tu música pase a través de mí

y llegue hasta mis hermanos los hombres;

que sea para ellos ritmo y melodía

que acompañe su caminar,

alegría sencilla de sus pasos cansados... 

Aquí estoy, Señor.

                                  Florentino Ulibarri

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