“ESTAMOS LLAMADOS A CONSOLAR A NUESTROS HERMANOS"
No podemos ser mensajeros de la consolación de Dios si nosotros mismos no experimentamos la alegría de ser consolados y amados por Él. Esto sucede especialmente cuando escuchamos su palabra, cuando permanecemos en la oración silenciosa en su presencia, cuando nos encontramos con Él en la Eucaristía o en el Sacramento del Perdón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario