sábado, 28 de julio de 2012



Oración ante las Olimpiadas 2012 por Antonio Díaz Torjada – Sacerdote-periodista

olimpiadas-2012-london
Señor y Padre de todos los hombres:
Nos ponemos ante tu mirada benevolente
y ponemos en tus manos la vida, el trabajo y el esfuerzo
de todos los deportistas


que compiten por una corona que se marchita.
Ellos que compiten por los laureles de la victoria;
ayúdales a luchar también
para guardar la integridad de la persona humana
y alcanzar la corona imperecedera de la Eternidad.
Que los diversos deportes
que el hombre desarrolla en el estadio
le configuren y desarrollen una imagen integral de la persona;
Que toda actividad deportiva,
Sea del signo que fuere,
se realice según justos criterios
y tienda a desarrollar fuerza, agilidad, resistencia y armonía física,
y éstas a crecer y desarrollar las mismas energías interiores
convirtiéndose la escuela del deporte
en escuela de lealtad y de coraje,
de conformidad y de decisión
de paz y hermandad entre los pueblos.
Te pedimos, Padre,
que los deportistas de todas partes del mundo,
sus directivos, técnicos
Y cuantos se dedican a la noble causa
de la difusión de una sana práctica deportiva,
manifiesten el propósito de que sean
cada vez más numerosos los que,
templando el cuerpo y el espíritu en las severas normas
de las diversas disciplinas deportivas,
se esfuercen por conseguir la madurez humana necesaria
para medirse con las pruebas de la vida,
aprendiendo a afrontar las dificultades cotidianas
con valentía y a superarlas victoriosamente.
Que el buen juego, el estilo excelente y los resultados favorables
granjeen los aplausos y la admiración de las masas,
y ojalá puedan apreciar claramente en los deportistas
un modelo de respeto y de lealtad,
un ejemplo de compañerismo y amistad,
un testimonio de auténtica fraternidad.
Todo eso afina los espíritus y les hace percibir de cerca
lo sublime del ser humano y su auténtica dignidad.
Así se coopera también a la construcción de un mundo más pacífico
y, a la consolidación de la comunidad de los hijos de Dios: la Iglesia.
María, madre de Dios y Madre nuestra:
La vida misma es una competición y un esfuerzo
en busca de la bondad y la santidad.
Intercede ante tu Hijo Jesús para que todos los empeños, sacrificios y desvelos de los deportistas
sean colmados en ellos y en sus familias
por su amor su alegría y su paz.
Amén.


Espiritualidad Caminante

Espiritualidad  Caminante

Ser Caminantes es vivir la aventura de descubrirse a sí mismos, al mundo y a Dios, con nuevos ojos.

Ser Caminantes es emprender un viaje por nuestros caminos interiores en busca de emociones, sentimientos, ideas, creencias. Un camino hacia nuestra espiritualidad, hacia nuestros afectos…

Ser Caminantes es, también descubrir los caminos exteriores, salir al encuentro de los otros, de realidades y personas diferentes.

Ser Caminantes es buscar, descubrir y construir un lugar en el mundo, integrarse al mundo de forma creativa y liberadora. Sentirse útil en la construcción de una sociedad más auténtica, más justa.

Ser Caminante es también ser compañero de marcha, el caminante no camina solo. El caminante sueña, proyecta, actúa y crece junto a otros jóvenes y adultos, sus compañeros de marcha.

Ser Caminante es comprometerse, poner el cuerpo y el alma en la marcha.


domingo, 22 de julio de 2012

Vivir es vibrar a cada instante

QUE BELLO ES VIVIR


Vivir es vibrar a cada instante frente a la emoción.de percibir la maravilla de la creaciòn que nos rodea.
Vivir es entender que cada minuto que transcurre no volverá es atraparlo intensamente porque forma parte del tiempo que sabemos que ha quedado en el ayer.
Vivir es saber dar lo mejor de nosotros, es vibrar en la bondad y llevar a su màxima expresión nuestra capacidad de ser.
Vivir es gozar los momentos bellos y desafiarse a si mismo ante las adversidades.
Vivir es aprender mas cada dia, es evolucionar y cambiar para hacer de nosotros un ser mejor que ayer, un ser que justifica su existir.
Vivir es amar intensamente a travès de una caricia, es escuchar en silencio la palabra del ser amado, es perdonar sin replicar una ofensa, es aspirar la presencia del otro, es besar con pasion a quien nos ama.
Vivir es contemplar apaciblemente la belleza de un niño, escuchar al adolescente aceptando sus inquietudes sin protestar, acompañar en gratitud la ancianidad en su soledad.
Vivir es comprender al amigo ante la adversidad y aunque se tengan mil argumentos para contradecirlo.

¡VIVIR!

¡Vive intensamente!

SÓLO SER; NADA MÁS

El Presente es Plenitud, Por Enrique Martínez  Lozano

  1. El Presente es Plenitud - Enrique Martínez Lozano

El presente es la única cosa que no tiene fin” (Erwin Schrödinger).
Sólo ser; nada más. Y basta. Es la absoluta dicha” (Jorge Guillén).
Palpo aquí una presencia latente. No sé lo que es. Pero me brotan lágrimas de agradecimiento” (Sagyo).
¿Qué tendrá el presente que, en nuestros momentos más difíciles, es lo único que nos sostiene en pie? Frente a todo aquello que nos remueve y desinstala, en las situaciones en las que todo parece tambalearse, cuando nuestras “seguridades” adquiridas saltan por los aires hechas añicos, incluso en los momentos en que el dolor nos parece insoportable…, podemos mantenernos en pie viniendo al presente, en un ejercicio constante de estar en el “aquí y ahora”, en el instante que ahora mismo está aconteciendo. Siempre que hemos sufrido, lo hemos experimentado…, aunque ni siquiera le hayamos puesto nombre ni hayamos sabido nunca qué es lo que hacíamos. Sin embargo, era el presente –nuestra aceptación del instante- quien nos regalaba estabilidad y descanso. Si esto es sí, ¿a qué se debe?, ¿cuál es su secreto?
El suyo es un secreto muy simple, que podemos sintetizar en una doble afirmación: en el presente no hay sufrimiento, porque presente es sinónimo de plenitud.
Lo que nos sucede es que, en general, nos hallamos tan alejados de la sabiduría del presente que nos cuesta entender que sea así. Por eso, vamos a tratar de acercarnos progresivamente, del modo más sencillo posible, a esa sabiduría que no deja nada fuera, sino que todo lo integra. Eso es, precisamente, lo que la hace resplandecer de belleza.
Empecemos constatando algo: siempre que nos sentimos profundamente bien, estamos viviendo en presente. Más todavía: cuando estamos plenamente bien, ni siquiera nos damos cuenta de que estamos. No, no es un juego de palabras ni ganas de complicar lo sencillo. La plenitud es una experiencia tan presencial –tan intensamente asociada al presente- que diluye momentáneamente la conciencia del yo. Es decir, hay conciencia, hay experiencia intensa de lo que se está viviendo, pero no hay un “yo” que se atribuya esa experiencia ni que se la apropie. Por eso, la persona feliz ni siquiera se “entera” de que es feliz. La persona extasiada ante algo se halla tan “embebida” en aquel algo, que ella no “está”: su conciencia de sí momentáneamente desaparece; o mejor dicho, lo que existe entonces es una conciencia no-diferenciada.