Oración ante las Olimpiadas 2012 por Antonio Díaz Torjada – Sacerdote-periodista
Señor y Padre de todos los hombres:
Nos ponemos ante tu mirada benevolente
y ponemos en tus manos la vida, el trabajo y el esfuerzo
de todos los deportistas
que compiten por una corona que se marchita.
Ellos que compiten por los laureles de la victoria;
ayúdales a luchar también
para guardar la integridad de la persona humana
y alcanzar la corona imperecedera de la Eternidad.
Que los diversos deportes
que el hombre desarrolla en el estadio
le configuren y desarrollen una imagen integral de la persona;
Que toda actividad deportiva,
Sea del signo que fuere,
se realice según justos criterios
y tienda a desarrollar fuerza, agilidad, resistencia y armonía física,
y éstas a crecer y desarrollar las mismas energías interiores
convirtiéndose la escuela del deporte
en escuela de lealtad y de coraje,
de conformidad y de decisión
de paz y hermandad entre los pueblos.
Te pedimos, Padre,
que los deportistas de todas partes del mundo,
sus directivos, técnicos
Y cuantos se dedican a la noble causa
de la difusión de una sana práctica deportiva,
manifiesten el propósito de que sean
cada vez más numerosos los que,
templando el cuerpo y el espíritu en las severas normas
de las diversas disciplinas deportivas,
se esfuercen por conseguir la madurez humana necesaria
para medirse con las pruebas de la vida,
aprendiendo a afrontar las dificultades cotidianas
con valentía y a superarlas victoriosamente.
Que el buen juego, el estilo excelente y los resultados favorables
granjeen los aplausos y la admiración de las masas,
y ojalá puedan apreciar claramente en los deportistas
un modelo de respeto y de lealtad,
un ejemplo de compañerismo y amistad,
un testimonio de auténtica fraternidad.
Todo eso afina los espíritus y les hace percibir de cerca
lo sublime del ser humano y su auténtica dignidad.
Así se coopera también a la construcción de un mundo más pacífico
y, a la consolidación de la comunidad de los hijos de Dios: la Iglesia.
María, madre de Dios y Madre nuestra:
La vida misma es una competición y un esfuerzo
en busca de la bondad y la santidad.
Intercede ante tu Hijo Jesús para que todos los empeños, sacrificios y desvelos de los deportistas
sean colmados en ellos y en sus familias
por su amor su alegría y su paz.
Amén.
Nos ponemos ante tu mirada benevolente
y ponemos en tus manos la vida, el trabajo y el esfuerzo
de todos los deportistas
que compiten por una corona que se marchita.
Ellos que compiten por los laureles de la victoria;
ayúdales a luchar también
para guardar la integridad de la persona humana
y alcanzar la corona imperecedera de la Eternidad.
Que los diversos deportes
que el hombre desarrolla en el estadio
le configuren y desarrollen una imagen integral de la persona;
Que toda actividad deportiva,
Sea del signo que fuere,
se realice según justos criterios
y tienda a desarrollar fuerza, agilidad, resistencia y armonía física,
y éstas a crecer y desarrollar las mismas energías interiores
convirtiéndose la escuela del deporte
en escuela de lealtad y de coraje,
de conformidad y de decisión
de paz y hermandad entre los pueblos.
Te pedimos, Padre,
que los deportistas de todas partes del mundo,
sus directivos, técnicos
Y cuantos se dedican a la noble causa
de la difusión de una sana práctica deportiva,
manifiesten el propósito de que sean
cada vez más numerosos los que,
templando el cuerpo y el espíritu en las severas normas
de las diversas disciplinas deportivas,
se esfuercen por conseguir la madurez humana necesaria
para medirse con las pruebas de la vida,
aprendiendo a afrontar las dificultades cotidianas
con valentía y a superarlas victoriosamente.
Que el buen juego, el estilo excelente y los resultados favorables
granjeen los aplausos y la admiración de las masas,
y ojalá puedan apreciar claramente en los deportistas
un modelo de respeto y de lealtad,
un ejemplo de compañerismo y amistad,
un testimonio de auténtica fraternidad.
Todo eso afina los espíritus y les hace percibir de cerca
lo sublime del ser humano y su auténtica dignidad.
Así se coopera también a la construcción de un mundo más pacífico
y, a la consolidación de la comunidad de los hijos de Dios: la Iglesia.
María, madre de Dios y Madre nuestra:
La vida misma es una competición y un esfuerzo
en busca de la bondad y la santidad.
Intercede ante tu Hijo Jesús para que todos los empeños, sacrificios y desvelos de los deportistas
sean colmados en ellos y en sus familias
por su amor su alegría y su paz.
Amén.
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