amo tu sencilla presencia en mi vida.
De Ti recibo el amor que siento,
cuando el corazón quisiera
estallar en gratuidad.
De Ti he recibido la fuerza,
en tantos momentos en los que
el miedo me impedía avanzar.
De Ti recibo la paz
después de días de tormenta,
donde todo era oscuridad.
De Ti, la brisa que me pacifica,
cuando con dulzura
me invitas a la soledad.
De Ti el fuego que me quema,
cuando siento la urgencia
de vivir para los demás.
De Ti, el gozo cuando descubro
el gesto hermano, la caricia amiga,
el don de Ti mismo hecho amistad.
De Ti he aprendido a querer, a perdonar;
yo, que te he sentido cerca
en horas de debilidad.
De Ti he aprendido a querer, a perdonar;
yo, que te he sentido cerca
en horas de debilidad.
Eres Tú el AGUA,
que sacia mi inquieta
búsqueda de felicidad.
Eres tú la SAVIA,
que da vida a mi rama seca,
cuando se empieza a resquebrajar.
Eres Tú el REGAZO,
que al término de la jornada me acoge,
invitándome a descansar.
Eres Tú el VIENTO,
que con su fuerza me hace poner en pie,
cuando me vuelvo a estancar.
ERES TÚ...
Te amo, Espíritu Santo...
Te amo, Espíritu Santo...
a Ti que llenas el infinito
con tu misteriosa y eterna presencia vital
M. J. Valladares
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