Eres pascua,
aunque tus
proyectos fracasen,
si mantienes
la confianza en hombres y mujeres
y dejas a
Dios ser Padre y Madre.
Eres pascua,
aunque tu
vida parezca estéril,
si te
sientes habitado por su presencia amiga
que
misteriosamente te acompaña y salva.
Eres pascua,
aunque en
nada destaques,
si bebes en
sus manantiales
y te
conformas con ser simplemente cauce.
Eres pascua,
aunque andes
errante,
si compartes
lo que eres y tienes
y despiertas
alegría en otros caminantes.
Eres pascua,
aunque seas
débil y torpe,
si escuchas
su palabra serena y abierta
–"Soy
yo, no temas"– y dejas que florezca.
Eres pascua,
aunque pidas
pruebas para creer,
si besas las
llagas que otros tienen
y esperas
entre hermanos su presencia.
Eres pascua,
aunque tus
manos estén vacías,
si te abres
al otro, el que sea,
y le dejas
que ponga tu corazón en ascuas.
Eres pascua,
aunque no lo
creas,
aunque te
rompas en mil pedazos,
aunque
mueras en primavera...,
porque Él
pasa y te libera.
Eres pascua,
aunque
tengas las puertas y ventanas cerradas,
porque Él te
ama y se hace presente
para abrirte
a la vida y alegrarte.
Florentino Ulibarri
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