“La sencillez distingue el lenguaje del hombre de BIEN”, decía Séneca. ¡Qué bien supieron hablar este lenguaje Francisco y Mª Ana hombres de bien!
Modo de hablar que los hace cercanos a nosotros a pesar de la distancia en el tiempo. Ellos supieron leer y escuchar el sencillo lenguaje de la naturaleza, el lenguaje de la flor, del pájaro, del aire, el lenguaje del hombre y el lenguaje de Dios hasta convertirse ellos mismos en pura SENCILLEZ, sencillez que los hizo grandes.
Fueron palabra y silencio que enamoran, que encendieron cada corazón expresando su grandeza de alma. Con su lenguaje sencillo fueron aprendiendo a ser hermano y hermana de todos. Su lenguaje es la fraternidad, la entrega generosa, la cercanía al pobre.
Desde una actitud de sencillez es fácil descubrir la vida, encontrarse con la vida. Ésta surge a cada paso cuando somos capaces de mirar y admirar, de ver y escuchar el sencillo lenguaje de cuanto acontece a nuestro alrededor: la salida del sol en cada amanecer, la caída de una hoja ahora en otoño, la sonrisa de un niño, la soledad de un anciano… Desde un lenguaje sencillo se hace posible el encuentro con la vida, el encuentro con Dios.
A ti, a mí, a todos… se nos presenta un nuevo curso y un nuevo reto: Descubrir el lenguaje de tu corazón y de todo corazón. ¿Sencillo? De ti depende.
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