Que tu mirada gane en hondura y detalle
para que puedas ver más claramente
tu propio viaje con toda la humanidad
como un viaje de paz, unidad y esperanza.
Que seas consciente de todos los lugares
por los que caminas y vas a caminar en el nuevo año,
y que conozcas , por experiencia, qué bellos son
los pies del mensajero que anuncia la paz y la buena noticia.
Que no tengas miedo a las preguntas
que oprimen tu corazón y tu mente;
que las acojas serenamente y aprendas a vivir con
ellas hasta el día en que todo se remanifieste y sepa.
Que des la bienvenida con una sonrisa
a todos los que estrechan tu mano:
las manos extendidas forman redes de solidaridad
que alegran y enriquecen con su presencia protectora.
Que tu vida este año, cual levadura evangélica,
se mezcle sin miedo con la masa
y haga fermentar la Iglesia y el mundo en que vivimos,
para que sean realmente nuevos y tiernos.
que es tu roca, tu refugio, tu fuerza, tu consuelo
y tu apoyo en todo momento, lo invoques o no,
descienda sobre ti y te guarde de todo mal.
Que sea tuyo el regalo de todas las cosas creadas;
que sepas disfrutarlas a todas las horas del día;
y que te enfrentes, con valentía y entusiasmo,
a la responsabilidad de cuidar la tierra entera.
Que el manantial de la ternura y la compasión
mane sin parar dentro de ti, noche y día,
hasta que puedas probar los gozos y las lágrimas
de quienes caminan junto a ti, tus hermanos.
Que despiertes cada mañana sereno y con brío,
con la acción de gracias en tus labios y en tu corazón,
y que tus palabras y tus hechos, pequeños o grandes,
proclamen que todo es gracia, que todo es don.
Que tu espíritu esté abierto y alerta
para descubrir el querer de Dios en todo momento;
y que tu oración sea encuentro de vida,
de sabiduría y de entendimiento de los caminos de Dios para ti.
Florentino Ulibarri
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